Hoy, dando un mañanero paseo por las calles de mi "aburrido" pero querido pueblo, se me acercó un hombre, este mirándome fijamente a los ojos me preguntó si quería un consejo. Yo, en medio de ese inesperado asalto le dije que si, a lo que el buen hombre me dijo:
"Mide tus palabras como mides la pasta de dientes al sacarla de su bote,
ya que una vez están fuera es muy dificil volver a meterlas dentro..."